Parasite (Análisis Cinematográfico)

Israel Pérez Rivera Cuadro por Cuadro

Xalapa, Ver., 17 de febrero 2020; No cabe duda que la diversidad mundial, permite que encontremos películas interesantes por todo el globo terráqueo bajo este principio es como surge, la cinta surcoreana Parasite del director Bong Joon-ho, esta película que en Latinoamérica se conoce como Parásitos tiene como título original “Gisaengchung”.
La historia de Parasite puede ser vista como un experimento social, pues la narrativa se centra en una familia posicionada en lo más bajo de la sociedad surcoreana, todo esto mientras observan pasar la vida a través de ventanas, los integrantes de esta familia no tiene un propósito claro, solo se concentran en encontrar wifi gratis dentro de su hogar, siendo esto una de sus satisfacciones más grandes. Esto cambia cuando el hijo mayor inicia a tomar clases privadas en la adinerada casa de Park, donde ambas familias tienen mucho en común a pesar de ser diferentes clases sociales.
Con esto Parasite presenta una historia y narrativa social en las cuales se describen y remarcan los abismos sociales, situaciones que no son exclusivas de Corea del Sur, pues también se dan en México. Donde existen dos polos el pobre y miserable o el acomodado económicamente.
La interacción de personajes se desarrolla de forma profunda cuando las dos familias se encuentran la misma mansión donde el guion escrito por el director y Jin Won Han y fotografía de Kyung-Pyo Hong. Nos deja entrever las diferencias y similitudes que hay entre las clases sociales, los personajes e interpretaciones son frágiles como todas las personas normales.
Desde el inicio del filme se muestra la utilización de humanidad para que los espectadores puedan entender los propósitos de la familia pobre y su forma de escalar en la sociedad, mediante una mente manipuladora, la mezcla de los géneros cinematográficos de Thriller, comedia y drama, llenan de empatía a la película. A pesar de tener actos y momentos maquiavélicos, la cinta no procura juzgar el abuso ni la enajenación privilegiada. Permitiendo de esta forma crear la pregunta en la mente de quienes observamos el largometraje, ¿qué haríamos si estuviéramos en la misma situación?
La historia de Parasite es la creación perfecta de una narrativa que cuenta un punto humano de forma simple y complejo en un perfecto equilibrio, esto se debe al constante trabajo del realizador Bong Joon-ho, pues en anteriores trabajos internacionales no termino de dominar la narrativa, esto se nota en las interesantes pero fallidas películas Snowpiercer y Okja.
La producción desde el guion hasta el elenco liderado por el histrión Song Kang-ho colaborador habitual del cineasta, funcionan de manera privilegiada en la combinación de géneros que ofrece Parasite.
La parte técnica y musical tiene un sello característico para la creación de situaciones de inquietud, además las decisiones en la cámara de Bong Joon-ho, los encuadres no son casuales y un simple desplazamiento o corte aporta a la narrativa de manera natural.
El director al igual que su compatriota Park Chan-wook, se caracteriza en el uso de humor negro e historia con giros atípicos y personajes que se balancean de extremo a extremo sin miedo a caer en estereotipos o clichés, cabe mencionar que Parasite no aporta algo nuevo en la filmografía pues es el resultado de su fórmula pero con resultados correctos, la introducción a la tragicomedia de Parasite es la visión clara de Bong Joon-ho, punto que pone en marcha durante dos horas de metraje.
Parasite es un espectáculo audiovisual de la miseria humana con un toque exagerado y extremista, la película tiene los tintes más crueles de la humanidad, la desgracia social, económica y espiritual, el triunfo más importante de Parasite no son los cuatro premios Óscar de la academia, sino mostrarnos el monstruo que hemos construido con nuestro sistema, cuyo punto de quiebre se da a conocer mediante la decadencia social.

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