El Confesionario de Rasputín

La gratitud como valor

Por: Francisco Rubén Chávez Osorio

Sin duda uno de los valores que más han servido a la convivencia entre seres humanos a través de los tiempos lo es la gratitud, y que según referencias esta como un valor social está íntimamente ligado a la religión ya que tanto en la judía, islámica y católica se concibe a la vida como un regalo de Dios, lo cual es motivo para estarle agradecidos.

Así lo hemos aprendido de nuestros ancestros y cotidianamente en diferentes momentos existen situaciones que nos mueven a externar hacia alguna o algunas personas ese sentimiento por algún gesto, un bien o servicio recibido, y que, visto desde el otro lado, el ser reconocido también es parte de la realización en las personas como parte de su desarrollo según Abraham Maslow y su pirámide de las necesidades.

Si usted ha tenido que pasar algunas noches en algún hospital ya sea en calidad de paciente o de acompañante por alguna razón sabrá que al entrar ahí de alguna manera el tiempo se detiene, porque rompe con nuestro quehacer rutinario; hablando obviamente de personas cuyo trabajo no es el de estar en los servicios de hospital, en donde además muchas ocasiones si vas de acompañante,  la presencia se limita a apoyar y permanecer de guardia y alerta de tu paciente, el control del tratamiento lo tienen los profesionales de la salud. Y es que ese aislamiento nos sustrae a tiempos de meditar y reflexionar en muchas cosas, tales como la vida misma y el tiempo…cuan relativamente vulnerables y efímeros somos en este paso terrenal.

Hace unos días estando con mi madre en similar situación tuve la grata experiencia de haber recibido de parte del personal tanto médico, enfermeras, camilleros y demás que ni siquiera pude ver pero que hicieron posible que todo funcionara para su atención y cuidados, porque para que un hospital funcione se requiere de un trabajo integral y coordinado para que no haya falla…

El “buenos días voy a pasar a cambiar el medicamento”, “le traigo sus alimentos”, “es la hora del baño, yo le voy a ayudar” ya fuera en horario nocturno, de madrugada, etc. la misma disposición, el mismo trato, la calidez humana en todo momento, y también la visita del equipo médico a la paciente con el mismo sello.

Algún día comentaba que muchas veces nuestros males o enfermedades tienen justamente su origen en cuestiones psicosomáticas, es decir que nuestra mente, nuestras emociones causan en nuestro organismo con efectos físicos, entre ellas la depresión, el estrés, etc.

Hoy quiero agradecer a todo el personal del hospital regional de Pemex Veracruz, que brindó su atención y cuidados a mi madre desde el primer momento en que llegamos al área de urgencias hasta el momento de la alta médica; mi reconocimiento y admiración porque atender a un paciente sin duda implica más allá de los conocimientos y la capacitación técnica, el sentido humanista, que además se debe multiplicar en numero de pacientes y a toda hora, lo cual implica un gran reto, y desgaste, que solo puede asumirse cuando se tiene vocación de servicio.

Ante tales actitudes vino a mi mente el dato referente que en 1996 fue publicado en español un libro obra del escritor, psicólogo y periodista Daniel Goleman, que ha cambiado varios paradigmas en cuanto a como influye nuestra mente en nuestras vidas, en lo cual incluye claro está el tema de las enfermedades y la salud. “La inteligencia emocional” se titula esa obra que de primera mano causó revuelo, pero que ha impactado más incluso en terrenos como la docencia y que en esencia demuestra como se logran grandes y mejores cambios cuando esta se aplica.

Con el agradecimiento reiterado para todos quienes ofrecen sus servicios en hospitales me despido por ahora esperando verlos en el confesionario la próxima semana.

Los espero.

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